![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/57/William_Notman_studios_-_Sitting_Bull_and_Buffalo_Bill_%281895%29_edit.jpg/220px-William_Notman_studios_-_Sitting_Bull_and_Buffalo_Bill_%281895%29_edit.jpg)
Hay que ver lo que es la vida.
En mi niñez, si alguien me hubiera preguntado para qué podrían utilizarse las plumas de ave, mi respuesta hubiera sido que sólo las imaginaba adornando la cabeza de Montezuma o del gran Toro Sentado, aquel que hizo las delicias de nuestra infancia en las películas de Buffalo Bill.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b2/Sitting_Bull.jpg/220px-Sitting_Bull.jpg)
Las plumas, para mí, sólo servían de tocado para los indios o como adorno en el tintero de una vieja escribanía; nada más.
Ahora, mira por donde, su grandeza única, el vestigio de poder que adornaba ciertas cabezas, tras años de alienación, ha pasado a adornar y sin contradicción posible, nuestros atuendos.
Aunque si uno lo piensa bien, nuestras abuelas ya las llevaban cosidas sobre sus elegantes sombreros.
¿Qué mujer de clase salía de su casa sin un bello sombrero sobre la cabeza o sin la delicadeza de unos guantes, que tanto servían para cubrir sus manos, como para lanzar un requiebro al galán de turno ?...
Sí la elegancia en aquellos tiempos pasaba por unas normas bien establecidas que ninguna mujer osaba saltarse.
Tampoco se las saltan "the fashionable British ladies" cuando acuden a las carreras de Ascot con esos sombreros imposibles que son más importantes que los propios caballos...
Las plumas que adornan esos sombreros suelen ser tan descomunales que una se pregunta ¿cuántos faisanes no perderán el aliento en los días aciagos que preceden al evento?
Eso no es mi caso. Profeso un respecto infinito hacia todos los animales. Por ello puedo juraros que las plumas que yo trabajo, sólo llegan a mis manos después de limpiar unas pajareras.
Mi administrador de plumas colecciona aves exóticas para recrearse en su belleza y sólo come sus huevos. Pero, lo conozco, y sé que sería incapaz de matar a ninguno de ellos. No sería capaz de matar ni a uno de esos mosquitos atronadores que nos roban el descanso en las noches de verano.
El collar que os presento, está hecho de plumas naturales y sin ningún tipo de tinte.
Después, en ciertas zonas, les he aplicado los abalorios rojos...et ¡Voilà!...está terminado.
Este collar no pesa. Un principio casi irrenunciable que rige mi horror por todo lo que me oprime.
Hace tiempo que no venero al dios de la incomodidad ni del dolor. No sé a vosotras. A mi las plumas me sugieren un aire a felicidad y me recuerdan a la eterna osadía de muchos hombres por inventar artilugios que emulen a los pájaros.
Yo sé que sólo en sueños puedo volar como ellos. Por ello me conformo si he podido atrapar aquí un ápice mínimo de su belleza.
Este collar ha sido vendido.
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