Hola. No os digo mi edad. La edad de las mujeres se encuentra solamente en el carnet de identidad y en el registro. En la vitalidad y en las ganas de descubrir facetas desconocidas, sólo entra nuestro empeño.
El amor a la exclusividad, a ser diferentes, quizá lo hemos ido desarrollando a lo largo de estos 3 milliones de años que llevamos de evolución. Mi forma de vestirme, mi collar, mi broche, ha de ser diferente... Soy única, soy especial... Me adoro... Me gusta el color, las formas, soy barroca...
El hecho es que antes no era asi. Todo cambió cuando hace tres años, me detectaron una enfermedad.
Digamos, un poco complicada. La médico que me dio la noticia me dijo con una sonrisa que llenaba por completo la estancia : " Te vas a morir ".
Y yo tuve que responderle que ella también.
¿ Qué se creía ? La vida es tan natural como la muerte. Lo que no olvidaré jamás, es aquella triunfal sonrisa que haría las delicias del Marqués de Sade.
Entonces comenzó una pugna entre ella y yo. Nos veíamos cada 15 días. Empecé a arreglarme como mo lo había hecho en mi vida. Parecía que no iba a una consulta médica, mas bien que iba a una boda.
Las revistas de moda, que casi ignoraba, entraron en mi vida por la puerta grande.
Comencé a hacer broches enormes que llenaban mis solapas con fuerza.
No quería esconder mi cabeza bajo la almohada. Todo lo contrario : necesitaba llenarme de poderío.
Decía el médico griego Hipócrates (¡ Caramba con los griegos, lo han dicho todo !). Pues eso, decía Hipócrates que antes de conocer una enfermedad, hay que conocer al enfermo. A mí la sádica no me conocía : soy dura de pelar, peleona...digamos, brava. Sé que la muerte me pisa los talones.
Sólo tengo que correr más que ella.
¡ Y cómo cambian las cosas ! En aquellos momentos estaba escribiendo un libro que se llamaba : "Historia de nuestra calamidad". Era un libro cargado de humor. Jamás me había sentido más cómoda escribiendo. Durante muchos años me había dedicado a investigar la historia no escrita de las mujeres y quería llenar páginas y páginas que obviaran ese desatino.
¿ Qué pasa con la mitad de la humanidad ? ¿ Es que acaso no hicimos nada ?
¿ Por qué nadie escribe con letras muy mayúsculas como las Curie, madre e hija, se calzaron entre las dos tres Premios Nobel ?
¿ Por qué ya nadie habla de mi adorada Doña Emilia Pardo Bazán, de María Montesori (aquella que se atrevió a hacerle un corte de mangas al mismísimo Benito Musolini) ?
Hay tal cantidad de mujeres ignoradas, de joyas desconocidas. Yo quería recuperarlas, aplaudirlas, y en la medida de lo posible, con toda la humildad posible, ponerlas en su sitio.
Pero, de pronto, el cerebro se me fue al garete y tuve que dejarlo. No sé cuándo podré volver a él.
Si lo haré algún día... ¡ Lastima ! Pero no hay mal que por bien no venga. Y fue entonces cuando entraron en mi vida las telas, las plumas, los hilos y los botones... ¡ Eureka ! No estaba acabada.
Solamente la imaginación, mi imaginación, había tomado un nuevo camino.
Mientras podamos crear algo, por mínimo que sea, estaremos en forma.
Os seguiré escribiendo.
Lita Palas.
Me encanta!!!
ResponderEliminarQuerida LITA , me llenó de alegría y sorpresa al leer tanta información sobre tus obras creativas. Me encantan . Alguna vez te he dicho que te admiro y creo , eres un buen ejemplo para muchas mujeres . Te llamaré. Besos.
ResponderEliminarQuerida LITA , me llenó de alegría y sorpresa al leer tanta información sobre tus obras creativas. Me encantan . Alguna vez te he dicho que te admiro y creo , eres un buen ejemplo para muchas mujeres . Te llamaré. Besos.
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