![Meister von San Vitale in Ravenna 008.jpg](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/f/f8/Meister_von_San_Vitale_in_Ravenna_008.jpg/231px-Meister_von_San_Vitale_in_Ravenna_008.jpg)
Y ya que describí la hechura de mi collar como un mosaico, voy a escribir sobre el que más me fascina. Me refiero al grandioso mosaico que inmortalizaría para siempre a la mas famosa pareja de Bizancio, la constituida por Justinanio el Grande y su hermosísima mujer : la emperatriz Teodora.
Teodora, mujer tan prestigiosa en los prostíbulos, como más tarde en el trono y la política de su marido.
Analicemos el mosaico donde nuestra protagonista está representada con toda la majestad del orbe. En él, la emperatriz, a efectos de mostrarnos su grandeza, está acompañada de un séquito igual de majestuoso que ella y con una hermosura que no nos deja indiferentes...
Esas perlas, la gayadura de su manto, esa imponente corona...
¡Cuánta elegancia para una mujer que había nacido en una de las escalas más infirmas de la sociedad y en medio de un mundo tan hostil comó áspero!
Hija de un domador de osos, había crecido en el ir y venir de la vida de los circos. Por esta razón, su futuro no parecía reunir ningún requisito para la esperanza. Sin embargo, con el devenir del tiempo y la gracia de sus hechuras, su vida cambió. Ahora ya no duerme al relente, ni se desplaza en el carromato cochambroso de su padre. Se ha convertido en una reputada bailarina que encandila a todo Bizancio con el arte impagable de sus danzas lascivas.
En esos años de contoneo profesionalmente obsceno, aparecerá su primer detractor : Procopio.
Ségun el cual, la bella Teodora, tampoco tenía reparos en amenizar con sus encantos el catre de unos cuantos bizantinos. !Memeces!
Los chismorreos implacables suele surgir de algún resentido dolido, sin duda, por no haber alcanzado la gracia de tus favores.
Por suerte aquellas acusaciones de Procopio, no mitigarían su progresso. Al contrario, la catapultaron más hacia la fama, no tardando en recalar en la cama del emperador. El cual, una vez que se deleitó con sus encantos, ya no tuvo vuelta atrás : Justiniano (el exegeta de los textos cristianos) delira.
Es tan exorbitante su amor, tan hormonal, tan satisfactorio que pronto decidirá casarse con ella...
Sucediera como sucediera, hay que resaltar en Teodora dos distinciones : era inteligente y había pulido su talento en la más fecunda de las universidades : la universidad de la miseria.
La primera distinción es un regalo del azar. La segunda es la que enseña a estrujar el mundo siempre en tu provecho.
Juan de Éfeso que la conocía muy bien y no la infamaba, siempre le llamó "Teodora la meretriz"...
Insisto, ¡qué lastimero manía tienen algunos de infamar lo que no está a su alcance!
Y, ¿qué importancia podemos concederle entonces al zangoloteo de sus detractores? Ninguno.
Lo importante es que Justiniano la amó hasta el fin de sus días. La amó, sin concederle mucho crédito a las diatribas maliciosas que circulaban por la ciudad sobre la honestidad de que iba a ser su mujer. Sencillamente, la amaba y punto. Y cuando se trata de la felicidad, el amor se vuelve sordo, combativo y perdonable.
Hagamos, empero, un somero análisis de la situación : ¿acaso en el establishment de la corte bizantina podía ser admisible el matrimonio de su emperador con una bailarina que rezumaba lascivia? Eran reservas mundanas; lo sé.
Pero eran a la vez el motivo suficiente para alimentar las comidillas del Imperio; el azote de los púlpitos; un falso pudor contra el libertinaje de Teodora; las exigencias de una virtud a todas luces estúpida... En definitiva, la gota de agua que agotó la paciencia del joven emperador.
El cual hacía poco tiempo que se había asimilado al todopoderoso, y ya podía cambiar las leyes del imperio a su antojo...
¿Cuál de los eruditos de Bizancio había pronosticado que una pequeña bagatela circunstancia podía interponerse en el destino de una meretriz tan hermosa?
El caso es que la historia de esta pareja daría para escribir una enciclopedia. No en vano Justiniano fue uno de los mayores juristas de la historia. Y Teodora, la mujer inteligente que sabría mitigar como nadie, las ansias imperialistas de su marido.
Ella y su resolución pondrían mil obstáculos a la campaña urdida por su marido y el general Belisario para la conquista de Persia. Teodora no padecía los delirios extravagantes de la conquista.
Porque, sabía como nadie, lo ruinosas que resultan las guerras.
A quien había padecido hambre, frio y miseria como ella, en nada podía complacerle ver la destrucción de su pueblo.
¿Decidme si esta mujer bella y fastuosa no se merece mi collar, el cual puedes comprar en www.etsy.com/listing/237785596/a-mosaic-collar-packets-of-cotton-filled?ref=shop_home_active_7