Maruja Mallo : perteneciente a esa casta de mujeres que, a pesar de la moralina sin justificación que el mundo ejercía sobre nosotras, supieron vivir al límite poniéndose "el mundo por montera".
¡Cómo la envidio! La envidio porque representa a esa clase de seres independientes en los que yo quisiera encuadrarme.
Pero, ¡qué se le va a hacer! Nací en la época más furibunda del Nacional Catolicismo. Mi madre se comía los santos a todas las horas del día.
Yo me hubiera conformado con paladear la vida a mi gusto...¡Demasiada ambición, supongo!
En cambio Maruja (bueno, Ana María Gómez Gonzáles) tuvo la suerte de nacer en Vivero el 5 de enero de 1902 en una familia de 14 hermanos donde las lecciones de moral, si las hubo, se repartían entre todos a partes iguales.
Pronto sintió inclinación por el arte y pudo estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.
En ese momento ya se codea con lo mejor de la generación del 27 : Luis Buñuel, María Zambrano, Frederico García Lorca, Dalí, Rafael Alberti, con el que llegó a mantener una relación amorosa hasta que se cruzó en la vida del Poeta otra mujer de bandera : María Teresa León.
También se hace amiga del poeta chileno Pablo Neruda que por aquellos momentos vive en Madrid y que más tarde la citará en sus memorias, rendido ante su pintura y su calidad humana.
Todos ellos representaban el único grito de rebeldía, el mayor universo de creatividad que produjo en nuestro país el siglo XX.
Luego llegaría la guerra, la humillación y el odio y Maruja no tiene más remedio que exiliarse a Argentina y Uruguay. Allí se gana la vida impartiendo clases de pintura, escribiendo y pintando.
Puede crear sin límites y sin correcciones. De hecho es su época más fructífera. También pasea su belleza sin ningún disfraz por Punta del Este y Punta Ballena. Esparciendo, seguro, por esas playas tan elitistas unas vibraciones de genialidad que por desgracia se nos escapan.
Podéis imaginarlo, ¿cómo pisa la arena una mujer que en todos los momentos de su vida fue consciente de lo que quería ser?
Ella, que jamás ha sido salpicada por las ideas de la fabricación metódica de inframujeres resultante de la predicación de lo rancio. Mi pintura y yo. Mi conciencia y yo...A los demonios y al infierno, que le den morcilla. ¡Bravo Maruja! Sí tu pintura fue grande, mayor debió de ser aún tu inconformismo.
Luego, cuando esta democracia de lo cutre se instala en España, Maruja regresa. En la ciudad de Santiago se hace una exposición magnífica de su obra. Allí la descubro. En un rincón de la sala, hay un cuadro de pequeño formato de unas uvas que abandonan el plano estético y se vuelven comestibles. Maruja me cautiva. Su pintura me cautiva. Y ya entra con todos los honores en la sala, cada día más amplia, de mis heroínas.
He creado un gorro negro que dedico a la pintora Maruja Mallo.
Clic aquí para ver más información o para comprar.